TENDENCIAS : UN PROBLEMA QUE AFECTA A MILES DE ARGENTINOS
El INADI, en lo que va del año, ya tiene 250 denuncias. Y en el Ministerio de Trabajo, desde abril a hoy, se recibieron unas 400 consultas. Hay una mayor conciencia en la defensa de los derechos, dicen los expertos.
Una carta publicada el pasado domingo 9 en la sección "Lectores" de Clarín disparó la realización de esta nota. En ella, una mujer de 27 años trasplantada de hígado contaba con desazón sus penurias para conseguir trabajo. Y pedía soluciones para un tema que afecta a miles de argentinos: la discriminación laboral.Cada vez más, como esta trabajadora, son más las personas que se animan a denunciar que son discriminados por distintos motivos. Estos van desde la militancia gremial, mujeres que tienen un bebé, vivir en alguna zona expuesta a conflictos en el transporte o ser ex presidiario, entre otros. Es una tendencia que se verifica a través de la opinión de funcionarios del Instituto Nacional contra la Discriminación, Xenofobia y Racismo (INADI) y el Ministerio de Trabajo de la Nación, así como de dirigentes gremiales.
El INADI, en lo que va del año, ya tiene 250 denuncias. Y en el ministerio, desde abril a la fecha, recibieron unas 400 consultas. Las mejoras en las condiciones laborales y una mayor conciencia en la defensa de sus derechos, dicen los expertos, provoca que la gente se anime a presentar más denuncias al respecto."Las causas de este fenómeno responden a distintos motivos. Por un lado, el INADI ganó en presencia. Más gente lo conoce. Y por el otro, más personas llevan adelante denuncias porque saben cómo defender sus derechos", explica su titular María José Lubertino. Y agrega: "En la cuestión laboral se registra otro contexto. Años atrás muchos trabajadores se movían en una relación informal de empleo. Hoy, con la mayoría adentro del sistema formal de derechos y obligaciones, tienen más armas para defenderse de las arbitrariedades de sus jefes o patrones".
¿Qué se entiende por discriminación laboral? Acoso o segregación por enfermedad, color de piel, nacionalidad, orientación sexual, ideológica o religiosa, género, aspecto físico y hasta por lugar de residencia. "Muchas de estas cuestiones están tan institucionalizadas que son difíciles de probar. ¿Cómo hacemos para denunciar a una empresa que discrimina o relega a sus empleados por una cuestión estética? En algunos casos, hasta los propios trabajadores estigmatizan su condición y no son conscientes de que resultan discriminados. Hay que cambiar las pautas culturales de la gente para que comprenda que en muchos casos viven actos discriminatorios", remarca Lubertino.La tendencia que marca el INADI es avalada por fuentes del Ministerio de Trabajo de la Nación. Desde abril de este año funciona la Oficina de Atención de la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral. Ya recibió 400 consultas, de las cuales el 10% derivó en denuncias formales. Este organismo, con filiales en siete ciudades del Interior (La Rioja, Santiago del Estero, Rosario, Santa Fe, Corrientes, San Salvador de Jujuy y Tucumán), complementa su trabajo con la Oficina de Atención a Víctimas de la Violencia Laboral, que el mismo ministerio inauguró en julio de 2005.
"La sociedad argentina discrimina y el ambiente laboral no hace más que reflejar lo que pasa a nivel social. La discriminación es una forma más de violencia laboral, donde los casos más graves pasan por el acoso sexual o, directamente, el castigo físico", reflexiona la presidente de la Comisión, Olga Hammar.El secretario de Derechos Humanos de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Ricardo Peidro, señala la necesidad de promulgar una legislación adecuada para acabar con estas prácticas: "Los convenios colectivos de trabajo deberían introducir cláusulas antidiscriminatorias para evitar que las empresas utilicen datos personales de los empleados para promoverlos, contratarlos o despedirlos"... "los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes están muchas veces destinados a los trabajos precarizados, mal remunerados y sin beneficios sociales".
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TESTIMONIO (I)
Dolores de cabeza por llevar adelante una militancia sindical
A LA ESPERA. GUILLERMO ACEDO AGUARDA AHORA UN FALLO JUDICIAL QUE LO REINCORPORE A SU TRABAJO.
Guillermo Acedo jamás pensó que su militancia sindical y una cámara de TV le traerían tantos dolores de cabeza.En setiembre de 2004, este vecino de Temperley, de 47 años, separado y con un hijo de 22, participó de una manifestación junto con los trabajadores de Firestone-Bridgestone, que en ese momento se encontraban en conflicto.Según lo que él pudo averiguar, algún gerente o directivo de IBM, la compañía en la que trabajó por 25 años, lo reconoció por televisión en la protesta.A los 10 días, la empresa le ofreció un plan de retiro voluntario. "La plata que me daban era mucho menos a lo que estipulaba la ley. Así que no acepté", recuerda este técnico en sistemas."La empresa conocía mi militancia en organismos de Derechos Humanos y hasta lo toleraba. Pero no pasó lo mismo cuando en 2003 comencé formalmente mi trabajo gremial en la CTA", explica.Al renunciar al retiro voluntario, IBM le comunicó que su sueldo había sido reducido un 40 por ciento, cambió su categoría laboral y le otorgó una licencia con goce salarial hasta tanto lo reasigne en funciones.En noviembre de 2004, alegando que Acedo había diseñado el sitio Web
http://www.clarin.com/redirect.html?url=http://www.ibmdiscrimina.com.ar, lo despidió. "En realidad la página la creó la CTA, que la subió a Internet para difundir nuestra lucha", aclara Guillermo.En marzo de 2005 inició un juicio legal para lograr que lo reincorporen y le restituyan salario y cargo, algo que la compañía se niega rotundamente a aceptar. En agosto de 2006, el INADI elaboró un dictamen en su favor, argumentando que la empresa lo discriminaba "por su opinión sindical". Con esos antecedentes, Acedo aguarda ahora el fallo de la Justicia: "Esperemos que salga lo antes posible porque lo único que quiero es volver a trabajar", asegura.
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PUNTO DE VISTA Cuando las puertas se van cerrando
Eduardo San Pedro
El portazo, para quien busca trabajo, puede venir por varios motivos. Algunos, directamente opuestos a lo que postula la Constitución: color de piel, nacionalidad, orientación religiosa. Y muchas veces rayanos en lo insólito: tener más de 40 años (¿ya se es viejo a esa edad?), ser madre de un bebé, vivir en algún barrio que soporte conflictos en el transporte. Pero son motivos de discriminación laboral igual que la estética (no sólo las recepcionistas y secretarias deben ser atractivas). Ayer -un verdadero escándalo-, un aviso en un diario de Venado Tuerto pedía una empleada doméstica "de tez blanca". Las crecientes denuncias radicadas en el INADI y en el Ministerio de Trabajo, al fin y al cabo, constituye una buena señal. Hoy, con más trabajadores en el sistema formal y con más conciencia de sus derechos, algo tiende a cambiar.
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TESTIMONIOS (II) El karma de vivir en el Sur o de tener un bebé
Ni M. ni P. quieren dar sus nombres y apellidos. Menos que menos, fotos. M. y P. son dos mujeres de 31 y 28 años, respectivamente. Y saben que durante buena parte de sus pretensiones de inserción laboral fueron discriminadas en entrevistas de trabajo.M. es contadora pública y vive en Avellaneda. Ese fue su karma durante algunos años. "En la época en que continuamente había cortes en el Puente Pueyrredón, decir que vivías en la zona Sur era todo un problema. Enseguida me preguntaban cómo viajaba, cuánto tardaba y miles de cuestionamientos. Ahora me parece que eso no les preocupa tanto, pero hay una tendencia a tomar vecinos de Capital y no de Provincia", asevera. Y agrega: "Quizás el lugar de trabajo es en el Centro y yo estoy más cerca que alguien que vive en Devoto, pero igual toman al de Capital". M. hoy trabaja cerca de su casa: "Voy caminando y no tengo excusa para llegar tarde". Conocedora de las entrevistas laborales, esta mujer suspira: "Peor es si tenés un hijo. Las empresas no quieren saber nada".Era el problema que afrontaba P., madre por entonces de un varón de tres años. Abogada, soportó las mil y una preguntas en cada entrevista. "¿Quién cuida al bebé? ¿En dónde? ¿Y si se enferma qué pasa? ¿Pensás en tener más hijos?", enumera esta vecina de Boedo. Y agrega: "En cuanto decía que tenía un bebé, la cara de los entrevistadores era otra. No importaba si yo les decía que lo cuidaba mi mamá o estaba nueve horas en una guardería. Hasta que en un estudio se fijaron en lo que realmente importa: mi capacidad".M. y P. superaron el mal trago y hoy disfrutan de su vida laboral. Ninguna se animó a llevar adelante una denuncia, pero en el fondo saben y sienten que fueron discriminadas.